lunes, 27 de febrero de 2012

Feminismo, Socialismo y Organización Autónoma de Mujeres. Atem "25 de Noviembre"

INTRODUCCIÓN
              Feminismo, socialismo y organización autónoma de mujeres
    
                                                                                ATEM "25 de Noviembre" (1)

1) Este artículo es una elaboración del grupo, cuya redacción final correspondió a Magui Bellotti.


Después de casi 40 años, el feminismo renace a partir de la segunda mitad de los 60, primero en EEUU y Europa y muy pronto en América Latina. En los primeros adquiere características de movimiento de masas desde comienzos de los 70; en nuestra región, en cambio, se trata siempre de grupos muy activos y que, a lo largo de los años, logran impactar fuertemente con sus ideas en la sociedad.


La acción revolucionaria del feminismo de aquellos años forma parte de un tiempo de grandes luchas obreras, estudiantiles y campesinas, revoluciones anticolonialistas y socialistas.

La Unión Feminista Argentina (UFA), que alojó tendencias diversas, nace en Buenos Aires en el mismo periodo en que la resistencia contra la dictadura de Onganía alumbra el Cordobazo, crece el sindicalismo antiburocrático y clasista, se expande  la rebelión estudiantil, se desarrollan los grupos armados y las organizaciones políticas de izquierda y peronistas.

Mujeres socialistas, particularmente de distintas líneas del trotskismo, se incorporaron a UFA, estableciéndose una particular relación entre mujeres de distintas clases sociales e ideas, que atravesó momentos de acciones comunes y fuertes tensiones. Las entrevistas a Ladis Alanis -militante trotskista que trabaja en UFA- y a Sara Torres, dan cuenta de ese proceso.

Ladis -cuya historia personal se engarza con su historia política- ingresó a UFA en el mismo año 70. Obrera socialista, se relacionó en ese espacio con mujeres de la alta burguesía como María Luisa Bemberg y Gabriela Christeller. Hay, en esos vínculos, anécdotas que hacen sonreír, pero que a la vez dan cuenta de las contradicciones que se vivían en esa particular relación entre género y clase. También existen momentos dramáticos en que las tensiones se transformaron en enfrentamientos y rupturas, como aquel plenario del 22 de agosto de 1972, día de la masacre de Trelew, que nos narran tanto Ladis como Sara Torres, o la dificultad para encontrarle la forma adecuada a un pronunciamiento feminista que condenara el golpe contra Allende, en Chile, que aparece en el reportaje a este última.

Ladis, trotskista desde los 19 años, integrante de UFA desde muy temprano, no se llega a designar a sí misma como feminista socialista en aquel momento. Más aún: señala que no tenían un grupo feminista de mujeres de izquierda, aunque se refiere a la Revista "Muchacha"-editada por mujeres del PRT La Verdad- a la que ella no pertenecía, y cuyas impulsoras también se incorporaron a UFA. Remarca la importancia de la lucha de clases y afirma que "en UFA, muchas compañeras no entendían que existía la lucha de clases", a lo que cree que debe atribuirse la ruptura de UFA.
Entre ella y Sara existen algunas diferencias en la reconstrucción de los recuerdos de esos años, pero coinciden en datos y discusiones fundamentales. Hay también entre ambas ciertas diferencias en el campo de la teoría acerca de las causas de la situación de las mujeres; mientras que para Ladis "la causa de la opresión de las mujeres es la sociedad dividida en clases", Sara consideraba en ese momento ( y aún lo sostiene) que la raíz de la opresión de las mujeres está  en la "sociedad patriarcal y capitalista" y que "tanto la explotación de clase como la de las mujeres eran dos partes de un mismo sistema, que se retroalimentaban mutuamente". Y enfatiza: "Sin el origen patriarcal de la opresión, no habría habido sociedad de clases; primero fue la opresión de las mujeres...".




Luego aclara que "otras compañeras de UFA definan esta raíz sólo como patriarcal".

Estas divergencias se hacen más claras en las posturas de un partido político de izquierda que, en ese momento, hacía también sus intervenciones en el feminismo: el PST (Partido Socialista de los Trabajadores). En su "Carta a las compañeras feministas", redactada en el año 1975 en el marco de la campaña financiera del partido, por la Comisión de Lucha de la Mujer del mismo, dicen:

"Sabemos que así como tenemos en común una base: el reconocimiento de la necesidad de participar de la lucha y organización de las mujeres por ser el sector oprimido más numeroso de la sociedad, por cumplir una función clara en el mantenimiento del sistema, compartimos la validez del feminismo, pero también tenemos cosas que nos separan.Nosotras opinamos que la opresión de las mujeres tiene sus raíces en la sociedad de clases y que, por lo tanto, es una condición necesaria para la liberación de todas las mujeres, la liberación de la sociedad toda por la única clase revolucionaria de nuestra historia: la clase obrera"
A partir de allí, se abren dos consecuencias: en primer lugar aclaran que por esa razón han "elegido el camino de la lucha política, porque somos feministas pero también socialistas"; en segundo lugar, enfatizan que "No hay otra herramienta para nosotras que la construcción de un partido político, revolucionario, que dé respuesta al conjunto de los sectores oprimidos"

Es decir: no se declaran "feministas socialistas", sino que hacen una distinción entre dos identidades políticas, una de las cuales (la socialista) prevalece sobre la otra (la feminista), a tenor de la afirmación que le sigue: el partido político revolucionario como UNICA herramienta capaz de dar respuesta al conjunto de los sectores oprimidos, por ende, también a las mujeres.

En su folleto dirigido a las mujeres, en relación a la misma campaña, titulado "A usted, mujer- Bono contribución a la campaña financiera del PST", el lenguaje cambia: se refiere a las "múltiples discriminaciones que sufren las mujeres" (ya no se habla de opresión) y a las "corrientes socialistas y femeninas" (ni una vez aparece la palabra feminismo). Las denuncias están centradas principalmente en el trabajo, los sindicatos y las situaciones que enfrentan las profesionales.

Resultan llamativas algunas diferencias entre estos planteos, particularmente los
que señalamos de la "Carta a las mujeres feministas", y los de dos militantes del partido hermano en Norteamérica, el Socialist Workers Party. Se trata de Evelyn Reed y Elizabeth Barnes.
 La primera, en su libro "Problemas de la liberación de la mujer"-cuya edicion en castellano data de 1974 o 1975 y fue realizada por ediciones Pluma (Buenos Aires), editorial del PST- publica un discurso pronunciado en 1969 en la Universidad de Emory (EEUU) y una conferencia dada en Mississipi (EEUU) en el mismo año. Sostiene que "...la opresión y degradación que sufren las mujeres es parte de la explotación de las masas trabajadoras por los capitalistas. Por tanto, las mujeres podrán acceder al control total de sus vidas y re-forjar sus destinos sólo como fuerza integrante de la revolución socialista mundial". Considera asimismo que "...la nueva etapa del movimiento de liberación tuvo desde sus comienzos características fuertemente anticapitalistas" y que "...casi todas las activistas del movimiento de liberación que reconocen que hay que reestructurar la familia saben también que esta tarea es parte integral de la reconstrucción de toda la sociedad. Al mismo tiempo, no esperan la revolución social que las liberará definitivamente; por el contrario, militan por ese objetivo, presionando a los poderes constituidos. Ya se han logrado algunos cambios en relación al sexo, al matrimonio y la familia.
Por su parte Elizabeth Barnes plantea "la necesidad de formar una organizaciónindependiente, exclusiva de mujeres..." y fundamenta: "...Desde que nuestra lucha es contra una forma de opresión que sólo la mujer experimenta, somos las mujeres quienes debemos determinar cómo ser  llevada adelante nuestra lucha..."
Mujeres pertenecientes al predecesor del PST (el Partido Revolucionario de los Trabajadores "La Verdad") (2), fueron las que editaron la revista "Muchacha", que se distribuía entre las universitarias, bancarias, maestras y algunas fábricas con personal femenino. Llegaron a publicar tres números. El segundo, el único al que pudimos acceder, data del año 1971 y su titulo de tapa es: "No más objetos en manos de los hombres o de la sociedad". Tiene un lenguaje accesible, se plantea
Existe una obvia distancia entre aquella afirmación del PST local acerca de que el partido es la única herramienta y el proletariado la única clase revolucionaria que puede llevar adelante la liberación de todos y todas los oprimidos y oprimidas, y estas posiciones de militantes del SWP que consideran a las mujeres como fuerza integrante de la revolución socialista mundial, así como apuntan al carácter anticapitalista del movimiento por su liberación y a la importancia de su organización independiente. Sin embargo, ésos eran los materiales que circulaban durante aquellos años, editados por el partido argentino.
como un órgano de "todas las jóvenes que tengan algo que decir sobre la liberación de la mujer, sea cual fuere su posición ideológica, política o religiosa", define aquello que las une como "el deseo de luchar contra la opresión de la mujer" y hablan de "construir el movimiento de nuestra liberación". Trata temas como las diferencias de posibilidades entre chicos y chicas, las amas de casa, un reportaje a una obrera, la mujer como objeto sexual y publica el Manifiesto de UFA. Su tono general es feminista y no se identifica públicamente como una expresión del partido.
Un grupo de esa época particularmente interesante para la cuestión que nos ocupa fue la editorial
"Nueva Mujer". Mirta Henault, en el artículo que lleva el nombre de este agrupamiento, nos habla del contexto y de las razones que dieron surgimiento al grupo. Nos cuenta de la primera reunión en la oficina de una de ellas "intentando saber y hacer saber que existía otra forma de modificar la existencia de oprimidas y oprimidos. Era la percepción de que la subjetividad femenina estaba cambiando" Nueva mujer luego se incorporó a UFA y en ese mismo año 1970 publicó el libro "Las Mujeres dicen basta", posiblemente el primer libro feminista editado en América Latina, con artículos de la misma Mirta Henault, de Peggy Morton y de Isabel Larguía. También un folleto: "Mitología de la Femineidad", del psicólogo social Jorge Gissi.
Nos interesa detenernos en el libro mencionado, ya que los tres textos se inscriben, por sus posiciones teóricas, en la línea del feminismo socialista. Las preocupaciones planteadas en el prólogo, reproducido en el artículo de Mirta Henault publicado en el presente número, enuncian ideas propias de esta corriente. Así, consideran que los temas que atañen a la problemática de la mujer en todas su estructuras son: 1) como ser biológico en la maternidad, 2) como reproductora de la fuerza de trabajo en sus tareas domésticas, 3) en la producción social, 4) en su sexualidad. De estos cuatro ítems los que se desarrollan con más profundidad en los tres artículos son los relacionados con los puntos 2 y 3. Así, la cuestión de la división sexual del trabajo, el papel del trabajo doméstico en la reproducción de la fuerza de trabajo, la relación entre éste y el trabajo de las mujeres en la esfera de la producción de mercancías, la vinculación entre la lucha de las mujeres y el socialismo, constituyen los puntos fuertes y los hilos conductores de los tres artículos.

Mirta Henoult habla  de un desarrollo desigual, de dos tipos de sociedades que coexisten: una basada en la elaboración de valores de uso destinados al consumo diario (la reproducción de la fuerza de trabajo) y otra destinado a la producción de mercancías, considerando a la primera como la sobrevivencia en el capitalismo deun proceso inmanente de las sociedades pre-capitalistas. Sostiene que el necesario desarrollo de las fuerzas productivas para lograr la colectivización de la esfera privada, sólo será  posible con la liquidación del régimen de propiedad privada de los medios de producción, lo que -sin embargo- no producirá automáticamente el cambio en las condiciones de vida de las mujeres, sino que: "La liberación de las mujeres deber  ser encarada por ellas mismas..La acción revolucionaria de las mujeres, su ingreso a la historia, significará  la "humanización de la humanidad", por eso es la revolución más profunda, auténtica y necesaria para la realización de la especie humana".
Por su parte Peggy Morton, en "El trabajo de la mujer nunca se termina", desarrolla una perspectiva teórica que pretende ayude a proporcionar bases sobre las cuales apoyar una estrategia para un movimiento femenino. Define su posición en cinco puntos fundamentales: a) la base material primaria de la opresión de las mujeres descansa en el sistema familiar, b) están sucediendo cambios estructurales muy particulares en el capitalismo que afectan y cambian el papel de la familia, causando una crisis en el sistema familiar y acrecentando la conciencia de opresión de las mujeres, c) la familia es una unidad cuya función es el mantenimiento y reproducción de la fuerza de trabajo, d) esta concepción de la familia nos permitiría comprender el papel público de las mujeres (en la fuerza de trabajo) y el papel privado ( en la familia) en una forma integral, e) la estrategia se debe basar en la comprensión de las contradicciones dentro de la familia y dentro de la fuerza de trabajo, así como en las contradicciones creadas por los papeles duales del trabajo de las mujeres en la casa y su trabajo en la producción capitalista. Considera, en consecuencia, que "Nuestra potencialidad revolucionaria descansa en el hecho de que la mayor parte de las mujeres están oprimidas como mujeres y explotadas como trabajadoras...Las demandas de las mujeres sacuden tanto una institución que es fundamental en el sistema -la familia- como a sectores de la economía que no son capaces de satisfacer ni siquiera las demandas más tradicionales de las mujeres"
Isabel Larguía que residió durante largos años en Cuba, alcanza el momento de mayor potencialidad teórica en su análisis del "trabajo visible e invisible", insistiendo en la cuestión de la división sexual del trabajo. Los hombres se definen como productores de mercancías; su posición social y su pertenencia a una u otra clase se determinan según la situación que ocupen dentro del mundo creado por la producción de bienes para el intercambio. En cambio la división del trabajo aseguró a las mujeres las tareas de reponer la mayor parte de la fuerza de trabajo que mueve la economía. Afirma en consecuencia que "el trabajo femenino en el seno el hogar, se expresa transitivamente, en la creación de plusvalía, a través de la fuerza de trabajo asalariada"
. Analiza también la segunda jornada de trabajo. La profundidad y la fuerza de su análisis se debilitan cuando se refiere a la sexualidad, afirmando una concepción decididamente conservadora y cuando propone las vías para la liberación, basadas en la experiencia de la revolución cubana, con algunas críticas certeras a la consideración de las mujeres como objeto en las sociedades de consumo, pero acabando por reducir la liberación femenina a una valoración normativa en términos de ajuste a "sus calidades de obrera, dirigente política o combatiente". Concluye, en embargo, con una apuesta a la necesidad de una teoría científica de la liberación femenina considerándola de primordial importancia para la construcción de una sociedad sin clases.
A partir de 1974 se enrarece el clima político, con un aumento de la represión ya anunciado por la masacre de Ezeiza. Comienzan a actuar grupos paramilitares de extrema derecha (las tres AAA: Alianza Anticomunista Argentina o el Comando Libertadores de América), que asesinan y amenazan militantes políticos, activistas sindicales, periodistas, artistas. Las feministas no estuvieron excluídas de esta situación. Sara Torres cuenta cómo la revista nacionalista de derecha
"Restauración" lanzó, hacia fines del año 1975, una proclama contra las propuestas feministas declarándolas antinacionalistas, servidoras del imperialismo internacional y agentes de la destrucción de la familia. Mirta Henault da cuenta de haber recibido un aviso de las tres A amenazándola de muerte. Otras feministas recibieron amenazas. En 1976, el golpe de Estado produce la disolución de las agrupaciones, continuando pequeñas reuniones dedicadas al estudio y la concienciación, aunque se registran algunas actividades en esos años, de las que da cuenta el reportaje a Sara Torres.
Entre 1976 y 1979 sólo logra mantenerse el Centro de Estudios Sociales de la Mujer Argentina, ligado al FIP (Frente de Izquierda Popular) y se forman dos nuevas agrupaciones: AMA (Asociación de Mujeres Argentinas) en 1977, constituída por mujeres del FIP-Corriente nacional y otras sin militancia partidaria que, en 1978, se transforma en AMAS (Asociación de Mujeres Alfonsina Storni), y, en Córdoba, en este último año, la Asociación Juana Manso. Pero es recién a partir de mediados de 1979 en que comienza, lentamente, una reactivación de las actividades, con la conformación del CEM (Centro de Estudios de la Mujer) y la publicación de las revistas "Persona" y
"Todas".
Es de esta última que nos interesa hablar, ya que expresa una nueva aparición de las mujeres del Partido Socialista de los Trabajadores en la arena feminista. Como la anterior revista "Muchacha", su contenido es feminista y no existe una identificación
pública con el partido. Si bien, como dice Marta Ferro en el reportaje realizado por Brujas, "la revista fue una táctica para salir de la clandestinidad y ganar compañeras para el partido, para la revolución", realizaron
reuniones numerosas con mujeres atraídas por las ideas feministas. Algunas, como
Elsa Campos, entraron a militar al partido a partir de Todas. No faltó resistencia al interior del mismo: recién al tercer (y último) número le dieron una diagramadora y finalmente fue el mismo partido el que decidió cerrarla y dar lugar a una revista socialista, en la que las mujeres tuvieron un espacio.
A pesar de que la intención de quienes editaron la revista era poder salir de la clandestinidad y hacer un trabajo que les permitiera captar militantes, generaron una lucha feminista y tuvieron, en su momento, una importante repercusión. El terror y el mensaje de la dictadura que indicaba para las mujeres la vuelta al hogar, fue generando malestar y rebelión en muchas mujeres, que encontraron en las ideas feministas que expresaba Todas, un cauce para manifestarse. Sin embargo, llama la atención que el trabajo con relación a la revista fuera clandestino aún dentro del partido, como señala Marta Ferro, y que mujeres del mismo desconocieran esta tarea feminista.
Como en los comienzos de los 70, se manifiestan expresamente en contra de la organización autónoma de las mujeres, ya que, sostienen, "el feminismo es una tarea del partido, una tarea fundamental..." (Elsa Campos) y -enfatizan- "...para ser feminista hay que ser consecuentemente socialista. Los demás es literatura de bajo rango". No deja posibilidad a la idea de diferentes corrientes dentro del feminismo.
Además, este tipo de consideraciones sugieren que, como sostiene Mary Ann Murphy (3), tienden a ver un movimiento feminista separado como carente de importancia y probablemente "contrarrevolucionario".
¿Existieron en los años 70, en los partidos políticos de izquierda socialista en Argentina, espacios físicos y simbólicos para desarrollar las ideas y prácticas feministas y colectivizarlas con las demás militantes?. Evidentemente, si los hubo, fueron escasos y teñidos por la necesidad de captar militantes, ya que la posibilidad de un movimiento autónomo era desechada. Por otra parte, la única experiencia que conocemos es la del PST, ya que el FIP y sus desprendimientos (que también tuvieron sus grupos feministas) forma parte, más  bien, de una izquierda nacionalista. Se trata de una experiencia que valdrá  la pena recoger en otro momento.
Un factor importante en la falta de construcción de estos espacios es que, para esta izquierda,
la contradicción entre los géneros no es fundamental, sino que se encuentra siempre subordinada a la lucha de clases. Esta concepción, unida a la ausencia de autonomía teórica, política y organizativa, conspira contra la posibilidad de construir una corriente feminista socialista capaz de realizar un aporte significativo en los campos de la teoría y de la práctica política específicamente feminista. No resulta casual -a nuestro juicio- que el único libro editado originalmente en Argentina que aporta en el sentido de esta corriente, provenga de un grupo editorial independiente: Nueva Mujer.
Asimismo, estas características de ese feminismo de mujeres socialistas, subordinado a la única herramienta considerada posible: el partido político, generó tensiones con el feminismo que intentaba construir un movimiento independiente partiendo de la experiencia de opresión de las mujeres. Por su parte, estas tensiones se vieron también alimentadas por la dificultad de este último para articular género y clase en un nivel que considerara a ambos igualmente fundamentales en la caracterización de la sociedad patriarcal capitalista y en la lucha contra ella.
Ninguna de estas reflexiones críticas puede, sin embargo, quitarle importancia a la presencia, en aquellos años iniciales de la segunda ola del feminismo, de las inquietudes y la presencia de mujeres socialistas que pretendían aportar su mirada y su experiencia a la lucha de las mujeres, aun cuando en algunas ocasiones pueda registrarse una actitud oportunista de sumarse a un movimiento con el único objetivo de acercar militantes a su organización política. Por el contrario, estas experiencias debieran inspirar en las nuevas camadas de mujeres socialistas que se acercan al feminismo, una necesidad de repensar la construcción de una corriente capaz de integrar feminismo y socialismo en una nueva síntesis sin subordinaciones ni dogmatismos y con una comprensión de la importancia de la organización autónoma de las mujeres.
NOTAS:.
2) En 1972, al fusionarse con el Partido Socialista Argentino, el Partido Revolucionario de los Trabajadores "la Verdad" se transformó en PST.
3) Mary Ann Murphy: "El MLM y la izquierda: Un análisis desde el interior", publicado con el título "Analysis from the inside" en Notes on Women’s Liberation, News & Letter, Detroit, octubre de 1970, y traducido por U.F.A.

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